domingo, 26 de septiembre de 2021
EL CANDIDATO
QUE NO QUERÍA
SER ELEGIDO

Francisco Javier
Hidalgo Prado
El candidato llegó al polideportivo donde tenía que hacer su presentación como candidato a la presidencia del gobierno de la nación. Pudo comprobar, que la gente llenaba todo el recinto y que incluso eran cientos, quizá miles las personas que se quedaban fuera sin poder acceder al interior del recinto. Se apoyó sobre una pared y bajando la cabeza se hundió en sus propios pensamientos. Era consciente de que lo que dijera esa tarde marcaría la campaña y el devenir de su futuro como candidato. De repente una voz le sacó de su ensimismamiento, una voz reconocible, pues era uno de sus asesores de campaña, con quien había elaborado el discurso de esa noche. “Señor candidato, debe usted salir, le están esperando” el candidato subió los apenas seis escalones que le separaban de la cima del escenario donde el sería el único protagonista. Según subía pudo oír a través de los altavoces como el presentador pronunciaba su nombre como si fuera una estrella del rock “¡Con todos vosotros el candidato a la presidencia y próximo presidente de la nación!” Cuando el candidato se puso de cara a unos focos que casi no le podían dejar ver lo que tenía delante de él, sintió una sensación de soledad, de incertidumbre, quizá de temor. Se fue hacia el atril que llevaba su nombre, colocó el micrófono de forma que este quedara a la altura de su boca. Los asistentes vociferaban sus nombre cual estrella del fútbol.
Miró al frente, fijó sus ojos en un punto fijo, casi al fondo del polideportivo.
Y comenzó su discurso.
“buenas tardes, casi noches a todas y a todos. En primer lugar, agradecer vuestra presencia hoy aquí, prueba evidente, de que no tenían nada mejor que hacer, aunque estoy seguro que si lo pensáis un poco, seguro que si que podían haber hecho algo mejor”
“hoy me presento ante todos ustedes con un discurso que quizá les sorprenda, incluso les puedo asegurar que les va a sorprender a mis propios asesores”
“señoras y señores, vengo a decirles que no quiero ser presidente”
Al pronunciar esta ultima frase, los asistentes se quedaron mudos, los asesores no sabían que pasaba ¿quizá se a vuelto loco? ¿Se ha arrepentido en el último momento? ¿Se ha pasado a otra candidatura? Desde el publico empezaba a llegar un murmullo de incertidumbre, todos los ojos puestos en la figura del candidato, ojos como platos de incredulidad.
El candidato, de forma pausada retomó nuevamente su discurso.
“No quiero ser el presidente de las manadas de lobos y los rebaños de ovejas sumisas, no quiero ser presidente de los opresores despiadados y de los oprimidos que no hacen nada por dejar de serlo, no quiero ser presidente de empresarios que esclavizan a sus trabajadores ni de trabajadores que permiten ser esclavizados, no quiero ser presidente de una iglesia que somete a la mujer, ni de las mujeres que lo aceptan cada dómingo en misa de las diez, no quiero ser presidente de las entidades financieras que abusan de los pobres, ni de los pobres que les engordan sus ganancias para aparentar que no son tan pobres, no quiero se presidente do los que vociferan contra los de arriba mientras humillan a los de abajo”
“Hoy, aquí me encumbráis como al líder, como a ese que con total algarabía aplaudís sin descanso. Cada cosa que yo diga en contra del adversario será palabra poco menos que divina. Si, los que hoy os sentís parte de este espectáculo, votaréis solo el deslumbre del momento. Votaréis lo que los técnicos de luces y atrezo os han ofrecido. Votaréis el titular del librito que os han entregado a la entrada. Votaréis una imagen, un eslogan. ¿Pero cuantos de vosotros y vosotras votaréis el contenido de ese librito-programa? Pocos, acaso ninguno. Eso me lleva a pensar que si soy elegido presidente, en cuanto haga algo contrario a lo que vosotros y vosotras creéis que tendría que hacer me dejaréis solo, me abandonaréis sin ningún tipo de complejos. Actuaréis con total desmemoria, sabiendo que si caigo, vosotros seréis los triunfadores. Triunfadores de la nada, porque nada sois, solo marionetas manejadas por el momento presente. Depositaréis el voto en la urna y con ese acto creéis que ya habéis cumplido con vuestras obligaciones democráticas. Pues yo os digo que sois unos farsantes, esclavos de vuestras propias miserias, reos de vuestro propio penal.”
“Pronto pasaréis de la admiración de este candidato, al odio mas asqueroso. Olvidaréis quien es vuestro verdadero enemigo, pues vuestro enemigo, sois vosotros mismo, vuestra ignorancia aceptada, construida desde vuestra desidia.”
“Mañana sin duda, entre vuestro circulo de amistades comentaréis este acto como algo nunca visto y oído, pero ningunos de vosotros hablará de las propuestas políticas que os hemos ofrecido, eso no os importa. A lo largo de me vida he podido comprobar como el pueblo destruía sin misericordia al propio pueblo. He visto como para poder comerse un filete de ternera, no le a importado quitarle un mendrugo de pan a su semejante. He visto como es más importante tener las zapatillas de moda sin reparar que han sido elaboradas por manos infantiles y hambrientas. He podido comprobar como acusamos al inmigrante por trabaja por la mitad del salario en vez de denunciar al explotados que se aprovecha del hambre de los despojados de cualquier derecho. He visto como nos enfrentamos con violencia contra médicos enfermeras y demás personal sanitario por falta de una atención adecuada en vez de enfrentarnos contra las decisiones políticas que desmantelan la sanidad publica. He visto con pesar como nos enfrentamos violentamente contra el técnico que viene a cortarnos la luz mientras aplaudimos que las eléctricas colaboren en el fichaje a través de la publicidad de tal o cual jugador de fútbol. En definitiva he visto muy de cerca vuestra miseria moral.”
“Es por eso por lo que no quiero ser vuestro presidente. Es por eso por lo que yo os acuso de ignorantes. Si, ignorantes voluntarios, pues habéis permitido con vuestros votos la destrucción de una escuela publica y de calidad.”
Con estas palabras el candidato dio por terminado su discurso. Dio media vuelta, bajó las escaleras del escenario y volvió a sentirse libre, humano.
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