Javier Hidalgo
AMANECER
Amanecer,
tormenta de percutores,
silbidos de proyectiles,
cuerpos que se desploman
inocente aroma muerte.
Sangre que se derrama
preñando de amor la tierra,
y el pelotón asesino
se jacta de su proeza,
mientras nada tienen
en la entrepierna.
La mañana va creciendo
y los yertos hombres se secan,
pues no quisieron tumbas
en el polvo de las cunetas,
y allí fueron enterrados
sin cruces ni sotanas,
y las lagrimas derramadas
ni tan siquiera estaban cerca.
El campanario guardó silencio,
los campos y las riberas,
se paró el viento seco
entre los juncos de las afueras,
ahora el pueblo duerme,
temiendo que la mañana
traiga una nueva tormenta.
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