La ciudad oculta.
Javier hidalgo
Era una noche fría de invierno donde la oscuridad sembraba el asfalto de sombras tan frías como la propia madrugada.
Las farolas alumbraban tenuamente las aceras mojadas por las nubes bajas que producían una densa y helada niebla. Las luces de las ventanas de luchaban por transmitir que al otro lado de los muros de los edificios existía un mundo privado,oculto, al margen de aquel silencio de las calles que estremecia hasta los huesos.
Soy, José García Malacalle. Y parece ser que mi segundo apellido me guardaba este destino oficio, pues soy sereno en un Madrid que por el día muestra su grandeza y por las noches despierta toda su miseria.
Por la noche en Madrid surgen como de la nada las prostitutas con sus chulos escondidos en portales entreabiertos, los señores que por la mañana van a misa y por las noches se embriagan del vicio prohibido, las parejas que se esconden entre las sombras para besarse sin ser vistos prometiéndose amor eterno, los barrenderos que manguera en mano riegan las calles para que al día siguiente de la sensación de que la ciudad esta libre del pecado.
Pero también surgen las personas que por el día se apostan en las puertas de las iglesias y mercados suplicando unas monedas, y por las noches se refugian bajo unas mantas raídas por las ratas para no morir de frio. Si, la noche está llena de miseria. Los ricos esparciéndola y los pobres malviviendo de ella.
“ Buenas noches, José”
“ Buenas noches Don Adolfo, en buena compañía le veo”
Don Adolfo era un hombre de la alta aristocracia Española, y aunque entrado en edad aun conserva un porte que le hace parecer mas joven. Todos los martes y jueves se le pode ver acompañado por alguna señorita agarrada de su brazo, y él presume sin disimulo que las conquista por su simpatía para con las mujeres. La verdad es que sus buenos duros le costaba esa simpatía. Pero yo siempre le digo que quien tuvo, retuvo, y en ese momento el me daba una perra gorda que a mi me viene muy bien pues los cuatro hijos que tengo comen como caimanes.
Se me olvidaba decir que Don Adolfo apoyó sin fisura a los Nacionales en la guerra, pero que tuvo a bien irse a la Argentina cuando el conflicto bélico comenzó, él dice que para desde allí hacer campaña institucional en apoyo de los que estaban liberando a España de los masones y comunistas. Supongo que llevaría razón, ya que, yo, no soy muy entendido en estas cuestiones y si él lo dice será verdad.
“ ¿Que tal mi general?”
“Aquí andamos, mi Sargento, pasando frio, pero cumpliendo con mi deber.”
Quien así me habla es un sargento de la legión que luchó en la guerra contra los moros y después se vino a la península para dar su vida por el Generalísimo y por España, pues según él, el caudillo le salvó la vida, y él estaría dispuesto a morir si así se lo pidiera franco. Según el, el mejor militar que había dado no solo el Ejercito Español, también, cualquier Ejercito del mundo.
A este hombre jamás le vi sobrio, él dice que la valentía del hombre se acentúa mas cuando bebe unos cuantos vinos, y debía ser verdad, pues él siempre está dispuesto a una buena pelea, sea contra quien sea, que no le da miedo nadie y se parte la cara, noche si, y noche también.
“ ¡¡Las doce en punto y todo serenoo!!”
“ Esto es una vergüenza, vamos, vamos, fuera de aquí o llamo a los guardias”
Rara es la noche que no tengo que llamar la atención a alguna pareja que se exceden a la hora de despedirse. Que una cosa es una cosa, y otra bien distinta es prolongar los besos y convertirlos en toqueteos impuros. Además que una señorita tiene que ser mas comedida y no tiene que sentir ni consentir tener los mismos deseos que un hombre, y menos en la calle. ¡ hasta ahí podríamos llegar!
“ Toma José, una peseta y date una vuelta por la manzana”
“ Señorito que me la juego, bien lo sabe usted”
No es que me guste que intenten sobornarme, va encontra de mis principios, pero claro, una peseta es una peseta, y dos reales de aquí, una peseta de allí, y duro del otro lado, al final de més son unos cuartos extras que bienen muy bien en casa, y al fin y al cabo todos todos cuando eramos jovenes teníamos la sangre alborotada, así que yo cojo la peseta y me doy un paseo por otras calles que seguro que hago mas falta que aquí.
“ Jacinto, ¿otra vez por aquí? No te tengo dicho que no quiero verte por mis calles”
“ perdone Don José, pero no tengo donde ir esta noche, y he pensado que a usted no le importaría, total, es solo una noche” “ Claro, solo una noche, pero si viene la policía y te ve aquí, quien se la juega soy yo, a ti te llevan a comisaría, te dan un par de tortas y mañana por la mañana ya estás en la calle, pero a mí me pueden sancionar por no cumplir con mi obligación, así que ¡ale! ya te estás marchando que no quiero lios”
Jacinto es un pobre hombre que después de la guerra y tras quedarse huerfano no encontró su lugar en esta ciudad. Posiblemente si se hubiera ido al pueblo, su familia le podría haber dado cobijo, algun trabajo, pero él prefirío quedarse aquí para vender sus articulos sociales a los periodicos de la ciudad.
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