Manuela G. Jara
QUEDÓ EL PERFUME DE SU ESENCIA
Me
hallaba en un lugar maravilloso
observando a unas
de las criaturas
del reino animal
más bellas del planeta, los caballos.
Mis ojos iban llenos de asombro
de uno a otro,
sin decidirme a elegir
el protagonista
de mi primera vez como amazona,
ya me habían llevado
a la zona donde
se hallaban los animales
más adecuados para la ocasión,
intuí detrás una mirada
que corrobore al volverme de espaldas,
buenas tardes puedo ayudarte..
sentí unos ojos negros
clavados
con una profunda intención en los míos..
si le dije..
no se por cual decidirme...
Déjate llevar por tu energía,
mira al grupo ,y el te elegirá a ti..
Lo hice y un bello potro negro azabache vino a mi, minutos después
estaba cabalgando
con la inseguridad evidente de una novata,
di las gracias a aquel hombre
que exalaba
un extraño y agradable perfume ,
y me volvió a inquietar
la extraña mirada de esos ojos negros.
Cuando regresé
sólo quedaba de él
ese extraño perfume
que parecía envolver la encina.
Pregunté por él para darle las gracias ,
y nadie lo conocia ,
parece ser
que allí nadie había entrado en el recinto.
Sólo su perfume confirmaba su evidencia,
allí permanecía
con la dulce frescura
del primer instante.
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