SELENA
MÍA
“Eres mía. Dilo, eres mía”.
No. Respondía ella,
sintiendo que podía decidir,
Que no le pertenecía a nadie,
solo a si misma.
Sin embargo,
él, con paciencia infinita,
como la boa estruja a su víctima,
la fue cercando.
“Si no eres mía, no serás de nadie.
Tampoco tuya”.
No hace falta clavar un puñal,
asfixiar, golpear para matar.
Se puede matar en vida,
con la complicidad del mundo,
que alimenta a la serpiente.
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