JAVIER HIDALGO AY OTOÑO Ay Otoño que te alejas entre hojas secas y lentejuelas de brillantes gotas de rocío que tintinean en la niebla del hastio. Te alejas como dios, que abandonó su obra dejándonos el libre albedrío. Haciéndonos culpables de lo que fue su voluntad y su negro desvario. Ay otoño que te marchas entre enjambres de tristeza, lagrimas cardinales y agua mansa de los ríos. Si Dios no vuelve podríamos pensar que está muerto, enterrado en la acequia de ese imaginado huerto que los arcángeles dieron por ser cierto. ¿ acaso nos a mirado un tuerto ? Ay otoño que marchitas dejando piedras de trinita en las sendas y caminos para no perder la esperanza de tu triste belleza. Este dios que sembró la tierra de inmunda vileza, haciendo que el odio germinara entre frio alambre de espino, llenando de sangre nuestro destino. Ay otoño que te disuelves como la espuma de las olas en la fina arena de la costa que brilla con tu rega